sábado, 4 de octubre de 2008

Reversibilidad - Charles Baudelaire

Réversivilité
- Charles Baudelaire (Les Fleurs du mal, 1857)

Ángel lleno de gozo, ¿conoces la angustia,
La culpa, la vergüenza, el hastío, los sollozos,
Y los vagos terrores de esas horribles noches
Que al corazón oprimen cual papel estrujado?
Ángel lleno de gozo, ¿conoces la angustia?

Ángel lleno de bondad, ¿conoces el odio,
Las lágrimas de hiel y los puños crispados,
Cuando eleva su infernal voz la Venganza,
Y en capitana se erige de nuestras voluntades?
Ángel lleno de bondad, ¿conoces el odio?

Ángel lleno de salud, ¿conoces la Fiebre,
Que a lo largo del muro del hospital lechoso,
Como exiliados, marchan arrastrando los pasos
En pos del sol escaso y moviendo los labios?
Ángel lleno de salud, ¿conoces la Fiebre?

Ángel lleno de belleza, ¿conoces las arrugas,
El miedo a envejecer, y ese odioso tormento
De leer el horror secreto del sacrificio
En ojos donde un día abrevaron los nuestros?
Ángel lleno de belleza, ¿conoces las arrugas?

¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!
David agonizante la salvación pediría
A las emanaciones de tu cuerpo hechicero;
Pero de ti no imploro, ángel, sino plegarias,
¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!

Himno a la belleza - Charles Baudelaire

Hymne à la Beauté
- Charles Baudelaire (Les Fleurs du mal, 1857)

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,
oh, Belleza? Tu mirada, infernal y divina,
vierte confusamente la buena acción y el crimen,
por lo que te podemos comparar con el vino.

Contienes en tus ojos el poniente y la aurora;
derramas perfumes como una noche de tormenta,
tus besos son un filtro y un ánfora tu boca
que hacen cobarde al héroe y valiente al niño.

¿Surges del negro abismo o desciendes de los astros?
El Destino hechizado sigue tus enaguas como un perro;
siembras al azar las dichas y los desastres,
y todo lo gobiernas sin responder a nada.

Marchas sobre los muertos, Belleza, y de ellos te burlas;
de tus joyas el Horror no es la menos preciada,
y la Muerte, entre tus más queridos amuletos,
sobre tu vientre altivo danza primorosamente.

La efímera candela hacia ti va atraída,
crepita, arde y dice: ¡Bendigamos esta llama!
El amante jadeando inclinado sobre su bella
es como un moribundo acariciando su tumba.

Que vengas del cielo o del infierno, ¿qué importa?
¡Oh Belleza! ¡Monstruo enorme, espantoso e ingenuo!
Si tus ojos, tu sonrisa, tus pies, me abren la puerta
de un Infinito amado que jamás he conocido?

De Satán o de Dios, ¿qué importa? Ángel o Sirena,
¿qué importa, si tú haces -hada de ojos de terciopelo,
ritmo, perfume y luz, ¡oh mi única reina!-
menos horrible el universo y más cortos los instantes?